Fumar al volante, una distracción evitable

31 MAYO 2023

Se calcula que cada año fallecen en España 54.000 personas víctimas de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y distintos tipos de cáncer provocados por el tabaco. Pero en esas estadísticas médicas no se incluye un dato imposible de cotejar por mucho que sea otro efecto nocivo del tabaco, el del número de distracciones que provoca fumar al volante y que pueden acabar en un siniestro de tráfico.

Fumar forma parte de ese tipo de conductas (como introducir una dirección en el navegador mientras se conduce, ir cambiando de emisora o contestar al teléfono móvil) que puede costar muy caras al volante. Los datos de la Dirección General de Tráfico apuntan a que el 32% de todos los accidentes mortales que se produjeron en 2021 tuvieron como base una conducción distraída, y el tabaco es una distracción. Un reciente estudio de Línea Directa afirmaba que estas distracciones están detrás de uno de cada tres siniestros mortales.

De media, se tarda 4,1 segundos en encender un cigarrillo. Si durante ese tiempo se circula a 100 km/h eso significa que se recorren 113 metros “a ciegas”, con la atención centrada en el tabaco y no en la carretera. También se calcula que se tarda en fumar un cigarrillo 3,4 minutos. A 100 km/h eso supone 6 km de conducción soltando una mano del volante y con la atención alternándose de la carretera al cenicero, al cigarrillo, a la ceniza…

Otro riesgo añadido al de la evidente distracción que implica fumar mientras se conduce lo supone la concentración del humo del tabaco en el interior del vehículo. Además de nicotina, el tabaco contiene más de 4.000 sustancias químicas diferentes, 400 de ellas muy tóxicas. Mientras se quema un cigarrillo este desprende 12 gases que según un estudio de la Universidad de Murcia tienen un alto potencial tóxico. Además de sus efectos sobre la salud, esos gases son también un problema para la conducción.

Fumar en el coche eleva la concentración en el habitáculo de monóxido de carbono, un gas que se adhiere a la hemoglobina de la sangre y disminuye la capacidad de ésta de abastecer al organismo de la cantidad de oxígeno que necesita. A efectos prácticos un conductor que inhala monóxido de carbono mientras conduce es un conductor que padece una mala oxigenación con los efectos colaterales que esto conlleva: aumento del cansancio y la somnolencia y pérdida de reflejos. Por si esto fuera poco, la combustión del cigarrillo también produce gases irritantes para los ojos, el órgano imprescindible para la conducción. La combinación de todos estos factores convierten al tabaco en un riesgo al volante.